ELECCIONES
SINDICALES EN SEGURIDAD PRIVADA
LA
IMPORTANCIA DEL VOTO
Es cosa
sabida, que todo lo que empieza, acaba; por lo menos en las dimensiones que
rigen en nuestro planeta. Así pues, sabemos que grandes deportistas tuvieron su
cénit y su consabido ocaso; artistas,
políticos y como individuos, todos los seres humanos. A las instituciones que
están formadas por personas, también les pasa: sucumben al paso del tiempo y en
demasiadas ocasiones, al paso de las personas que desfilan por sus direcciones.
Con esto
quiero decir algo tan simple como racional: que ese apego que tienen algunas
personas a que nada cambie es pura fantasía, ya que todo está en permanente
movimiento, y por lo tanto, abocado a su fin si así lo decide la propia
transformación.
Siendo
el mundo laboral una parte no ya importante en nuestras vidas, sino
imprescindible, ya que de ella depende nuestro sustento, no parece que en este
país le demos la importancia que realmente tienen las relaciones laborales, que
en definitiva son las que marcan el cómo y de qué manera el empresario nos va a
hacer trabajar o a explotar. Y esto
ocurre si en esas relaciones no hemos prestado demasiada atención a qué
personas van a ser nuestros interlocutores para negociar de la mejor manera los
intereses laborales.
Hace
muchos años, las dos o tres centrales sindicales mayoritarias fueron las
pioneras al implantarse en España: un desierto arrasado por una dictadura que
había esquilmado cualquier indicio de esas relaciones laborales. Unas
surgieron, y otra recuperó las siglas; y todas se nutrieron de personas que
durante esos años oscuros supieron conservar unos ideales y unos principios muy
útiles y necesarios en la siembra de ideologías en el erial laboral que había en
este país. Este mérito no se lo vamos a quitar porque es una realidad y es
historia.
Pero, de
eso hace ya más de treintaicinco años. Ahora sólo han quedado las siglas y
apenas unos cuantos librepensadores retirados y otros pocos desperdigados por
los pasillos de las sedes de esos sindicatos. Apenas nada de lo que fueron. Es
el ocaso del que hablaba al principio que puede parecer triste a muchos, pero a
raíz de los últimos acontecimientos que estamos viviendo y las reacciones que
desde las direcciones de estos sindicatos se nos han ofrecido, han dejado claro
que ya no valen, que ya no son y, que ya no pueden seguir siendo los
estandartes de una clase obrera que ha cambiado demasiado para seguir esperando
que desde esas estructuras caducas den respuestas adecuadas a estas nuevas
formas de relaciones laborales, a estas nuevas formas de creación y de
destrucción de los empleos que nada tiene que ver con las acciones en las que
todavía creen que sirven sus estatutos, sus dirigentes y, cada vez menos, sus
afiliados.
Desde
S.L.S. estamos perfilando unas líneas que supongan esa revolución, esa que
desde los puestos de trabajo se demanda cada día con más fuerza al ver cómo las
políticas laborales no son contestadas, ni en los grandes cambios que imponen
desde gobiernos vendidos al capital, ni desde esas centrales sindicales que los
asumen sin apenas fuerza ni consecuencia.
Mientras,
se nos intenta hacer creer que sin estos sindicatos de clase el desastre estará
servido, divulgando el mismo discurso que han utilizado con el riesgo terrible
que sería la caída de los bancos y cajas de ahorros para que fuesen rescatados
con el dinero de todos nosotros, el mismísimo discurso, pero a estos pidiendo
que se les siga votando en elecciones sindicales, porque es parte del entramado que quieren imponernos
el capital y los que se lucran de ello.
Todo
cambia; hay que saber darse cuenta y rectificar, hacer acopio de ideas que aún
sirvan y mezclarlas con unas nuevas que se adapten a esta nueva forma de
relaciones laborales en las que cada vez se compartimenta y se individualiza
más a los trabajadores, a las personas; porque ese es el objetivo: la división.
Por eso,
es necesario encontrar la fórmula de seguir plantando cara a los empresarios y
hacerlo con las personas adecuadas que no tengan atadas las manos por intereses
de acomodación a cargos que les aleja de la realidad de los trabajadores, de su
día a día.
Y dónde
podemos decir ese: ¡ya basta! Sin lugar a dudas, en las elecciones sindicales,
en la elección de nuestros representantes sindicales; en ese acto que parece
que no tiene importancia; ese acto al que no vamos o si lo hacemos votamos sin pararnos a pensar y, después
vemos que salen elegidos los de siempre, los que ya no hacen nada por mejorar
lo que creemos que se debería mejorar, o por lo menos intentarlo.
Somos
conscientes en S.L.S. de las dificultades que entraña encumbrarse a la altura
en la que están los tres o cuatro firmantes del Convenio, pero nadie dijo que
sería fácil y mucho menos imposible, como pretenden hacernos creer
constantemente desde esas centrales sindicales y desde las propias empresas, ya
que lo que menos desean es que se rompa la comodidad en la que están sentados
alrededor de la famosa mesa de negociación.
Ves
pensando en estas cosas, porque mañana tendrás que ir a votar y seguro que si
lo has meditado lo tendrás claro y no seguirás cometiendo errores que duran
cuatro años y que tienen graves repercusiones para ti y para los tuyos.