lunes, 24 de noviembre de 2014

LA IMPORTANCIA DEL VOTO

ELECCIONES SINDICALES EN SEGURIDAD PRIVADA
LA IMPORTANCIA DEL VOTO
Es cosa sabida, que todo lo que empieza, acaba; por lo menos en las dimensiones que rigen en nuestro planeta. Así pues, sabemos que grandes deportistas tuvieron su cénit y su consabido ocaso;  artistas, políticos y como individuos, todos los seres humanos. A las instituciones que están formadas por personas, también les pasa: sucumben al paso del tiempo y en demasiadas ocasiones, al paso de las personas que desfilan por sus direcciones.
Con esto quiero decir algo tan simple como racional: que ese apego que tienen algunas personas a que nada cambie es pura fantasía, ya que todo está en permanente movimiento, y por lo tanto, abocado a su fin si así lo decide la propia transformación.
Siendo el mundo laboral una parte no ya importante en nuestras vidas, sino imprescindible, ya que de ella depende nuestro sustento, no parece que en este país le demos la importancia que realmente tienen las relaciones laborales, que en definitiva son las que marcan el cómo y de qué manera el empresario nos va a hacer trabajar o a explotar.  Y esto ocurre si en esas relaciones no hemos prestado demasiada atención a qué personas van a ser nuestros interlocutores para negociar de la mejor manera los intereses laborales.
Hace muchos años, las dos o tres centrales sindicales mayoritarias fueron las pioneras al implantarse en España: un desierto arrasado por una dictadura que había esquilmado cualquier indicio de esas relaciones laborales. Unas surgieron, y otra recuperó las siglas; y todas se nutrieron de personas que durante esos años oscuros supieron conservar unos ideales y unos principios muy útiles y necesarios en la siembra de ideologías en el erial laboral que había en este país. Este mérito no se lo vamos a quitar porque es una realidad y es historia.
Pero, de eso hace ya más de treintaicinco años. Ahora sólo han quedado las siglas y apenas unos cuantos librepensadores retirados y otros pocos desperdigados por los pasillos de las sedes de esos sindicatos. Apenas nada de lo que fueron. Es el ocaso del que hablaba al principio que puede parecer triste a muchos, pero a raíz de los últimos acontecimientos que estamos viviendo y las reacciones que desde las direcciones de estos sindicatos se nos han ofrecido, han dejado claro que ya no valen, que ya no son y, que ya no pueden seguir siendo los estandartes de una clase obrera que ha cambiado demasiado para seguir esperando que desde esas estructuras caducas den respuestas adecuadas a estas nuevas formas de relaciones laborales, a estas nuevas formas de creación y de destrucción de los empleos que nada tiene que ver con las acciones en las que todavía creen que sirven sus estatutos, sus dirigentes y, cada vez menos, sus afiliados.
Desde S.L.S. estamos perfilando unas líneas que supongan esa revolución, esa que desde los puestos de trabajo se demanda cada día con más fuerza al ver cómo las políticas laborales no son contestadas, ni en los grandes cambios que imponen desde gobiernos vendidos al capital, ni desde esas centrales sindicales que los asumen sin apenas fuerza ni consecuencia.
Mientras, se nos intenta hacer creer que sin estos sindicatos de clase el desastre estará servido, divulgando el mismo discurso que han utilizado con el riesgo terrible que sería la caída de los bancos y cajas de ahorros para que fuesen rescatados con el dinero de todos nosotros, el mismísimo discurso, pero a estos pidiendo que se les siga votando en elecciones sindicales, porque  es parte del entramado que quieren imponernos el capital y los que se lucran de ello.
Todo cambia; hay que saber darse cuenta y rectificar, hacer acopio de ideas que aún sirvan y mezclarlas con unas nuevas que se adapten a esta nueva forma de relaciones laborales en las que cada vez se compartimenta y se individualiza más a los trabajadores, a las personas; porque ese es el objetivo: la división.
Por eso, es necesario encontrar la fórmula de seguir plantando cara a los empresarios y hacerlo con las personas adecuadas que no tengan atadas las manos por intereses de acomodación a cargos que les aleja de la realidad de los trabajadores, de su día a día.
Y dónde podemos decir ese: ¡ya basta! Sin lugar a dudas, en las elecciones sindicales, en la elección de nuestros representantes sindicales; en ese acto que parece que no tiene importancia; ese acto al que no vamos o si lo hacemos  votamos sin pararnos a pensar y, después vemos que salen elegidos los de siempre, los que ya no hacen nada por mejorar lo que creemos que se debería mejorar, o por lo menos intentarlo.
Somos conscientes en S.L.S. de las dificultades que entraña encumbrarse a la altura en la que están los tres o cuatro firmantes del Convenio, pero nadie dijo que sería fácil y mucho menos imposible, como pretenden hacernos creer constantemente desde esas centrales sindicales y desde las propias empresas, ya que lo que menos desean es que se rompa la comodidad en la que están sentados alrededor de la famosa mesa de negociación.
Ves pensando en estas cosas, porque mañana tendrás que ir a votar y seguro que si lo has meditado lo tendrás claro y no seguirás cometiendo errores que duran cuatro años y que tienen graves repercusiones para ti y para los tuyos.