OPINIÓN DEL SLS SOBRE
LA NUEVA LEY DE SEGURIDAD PRIVADA
EL MOMENTO DE
RECAPITULAR
Después de un largo periodo de tramitación, después de
intensa polémica y de un extenso debate político y mediático, el día 5 de abril
de 2014 se publico definitivamente en el BOE la nueva Ley de Seguridad Privada.
Desde hace tiempo desde el SLS hemos ido manifestando nuestra
opinión sobre la Ley, aunque aún falta el Reglamento de desarrollo y aunque aún
no podemos conocer el alcance practico de algunas de sus novedades, creemos que
ya podemos emitir un análisis resumido sobre la situación en la que se ha gestado
la Ley y sobre lo que puede suponer para los trabajadores, a partir de ahora,
la aplicación esta refrescada norma sectorial.
Nuestra actividad principal es la acción sindical pero, en un
sector como el nuestro, el conocimiento de las normas profesionales y su
desarrollo histórico, es fundamental a la hora de comprender el origen de los
muchos de los problemas laborales más frecuentes de la profesión de vigilantes
de seguridad.
Resumidamente podemos repetir lo que ya hemos dicho con
anterioridad sobre esta Ley. Estamos convencidos que la iniciativa del gobierno
decidió afrontar este cambio legal, procedía más de la necesidad de recapitular
y ordenar la gran cantidad de normas dispersas que habían ido surgiendo desde
el año 1992 hasta la fecha, que de una presunta intencionalidad política
privatizadora y restrictiva en derechos ciudadanos, propia de la ideología
autoritaria del gobierno actual. Desde los medios de comunicación, al igual que
desde algunos partidos políticos y sindicatos tradicionales y policiales, se
han hecho muchos juicios equivocados, improcedentes, cínicos y tendenciosos
sobre lo que podría suponer esta Ley. Nosotros ya dijimos que no comprendíamos
este debate tardío sobre un tema que cuestionaba la existencia misma del
sector, después de casi 40 años de su funcionamiento legal, totalmente regulado
y comúnmente aceptado. Este cuestionamiento promovido desde los medios de
comunicación, de todas las tendencias, han conseguido trasladar, más que nunca,
una imagen negativa del sector y de sus trabajadores. Ya no nos sorprende nada
esta campaña de descredito, estamos cada día más acostumbrados a sus frívolas e
irresponsables manipulaciones, ya
sabemos muy bien sus prioridades van orientadas siempre a mantener su negocio y
que la verdadera realidad nunca les va a impedir estropear un suculento
titular, aunque esto suponga poner en peligro la estabilidad laboral y la
seguridad profesional de los trabajadores.
Nos resulta desconcertante que ahora cuestionen la naturaleza
misma de la seguridad privada muchos de aquellos políticos de cualquier
ideología que, en su día, promocionaban la extensión modernizada, coordinada y
subordinada de esta actividad. Pero bueno, después de lo que estamos
comprobando sobre la credibilidad actual de la clase política de este país, ya
no nos extrañan nada sus incoherencias y sus olvidos selectivos. Nos ha dejado
de sorprender también la posición desconcertante de UGT y CC.OO. sobre este
tema, los representantes de estos sindicatos en este sector decían una cosa y sus
superiores decían otra muy distinta y contraria al reconocimiento que este
sector ya tiene en la sociedad actual, aunque ellos parezca que ahora, muy
oportunamente, les cueste aceptarlo y no lo quieran asumir. En fin nada nuevo
que podamos decir de unos sindicatos que menosprecian a sus propios afiliados y
que solo cuentan con los trabajadores de seguridad para usar su fuerza sindical
para ejercicios de acción, también importantes, pero ahora menos prioritarios
para las necesidades urgentes de su sector.
De los sindicatos policiales podríamos entender sus temores
en el caso de que alguna vez se hubieran materializado y si realmente, alguna
vez se hubieran privatizado, o desviado sus competencias, pero esto no ha sido
así y creemos que, en el futuro, va a ser imposible que lleguen a consumarse
sus temores de perder lo que, en el fondo, resultan ser, y ellos quieren que
sigan siendo, sus privilegios funcionales y funcionariales. Es inadmisible e
injusto que ahora quieran usar lo que ellos creen como falta de profesionalidad
de los vigilantes, para oponerse a los problemas que ellos interpretan que les
propone la nueva ley. La desinformación que han demostrado y la vehemencia
corporativa con la que se han manifestado en contra de las supuestas
competencias que los vigilantes dicen que les vamos a restar, demuestra que su
capacitación no está a la altura de preparación deseable para un servidor
público. Con toda seguridad, hay muchos vigilantes que, para funciones
coincidentes con las de los policías, están mejor preparados que ellos, así se
demuestra cuando comprobamos su preocupante desconocimiento del tema, su
insolidaridad manifiesta y cuando escuchamos las argumentaciones
simplificadoras que los sindicatos policiales utilizan cuando califican la
labor de los vigilantes de seguridad.
Los trabajadores de este sector, hemos asistido indignados a
un disputa que nos afectaba inesperadamente. A todos nos ha sorprendido y
enojado la falta de reconocimiento general hacia a nuestra labor, hemos tenido
que soportar la falta de respeto a la verdad, el desentendimiento grosero para
con la historia legal del sector y hemos tenido que aguantar la falta de
credibilidad de las gruesas afirmaciones que se han venido vertiendo sobre
nuestra esforzado y mal retribuido trabajo.
Existía una necesidad imperiosa de ubicar socialmente al
sector, era ya obligatoria la actualización de sus competencias. La cada vez
más implacable Unión Europea, desde hace tiempo, venia requiriendo a todos los
países la obligación de armonizar sus leyes de seguridad privada. En distintas
ocasiones se ha condenado a sucesivos y diferentes gobiernos españoles, a
proceder a cambiar aspectos fundamentales de la Ley para que esta estuviera a
la altura de algunos de los principios fundamentales de la Unión, como son los
de la libre circulación de servicios, trabajadores y capitales. El gobierno
actual estaba forzado a recomponer la dispersión de normas y adaptarlas a la
nueva realidad sectorial comunitaria. Era necesario también reconocer las
reclamaciones pendientes de traslado de competencias a las Comunidades
Autónomas y, sobre todo, era necesario recoger todos los pronunciamientos
judiciales, que han ido apareciendo durante todos estos años, relativos al
papel del sector y la equiparación de protección legal y subordinada de sus
trabajadores a la hora de colaborar con las Fuerzas de Seguridad del Estado.
También el gobierno necesitaba ya, dar respuesta a las reivindicaciones legales
históricas que se han venido trasladando desde los diferentes colectivos del sector,
incluidos los propios sindicatos.
Todo este intenso debate que como ya hemos dicho, ha estado
centrado principalmente aspectos relativos a la supuesta ampliación de
competencias y de la supuesta cesión del Estado de sus controles de seguridad
en manos de sus amigos de las empresas de seguridad privada.
También ha sido muy intenso la discusión sobre hasta dónde
podía llegar la interpretación de lo de la protección que supuestamente otorga
la condición de ser agente de la autoridad. No se ha resuelto con claridad esta
cuestión y creemos que por su importancia y por toda la polémica que ha
generado, ahora y siempre en el sector, necesita un diferenciado de lo que
ahora queremos tratar.
No vamos a profundizar ahora en otros tecnicismos y en otros
cambios importantes que afectan a otras colectivos y a otras actividades de
seguridad. A nuestro entender, hay un tema que parece convertir en ligeros
otros cambios legales. Este jaleo que se ha montado con algunos de los temas
que han centrado la atención general hacia la nueva ley, ha servido para
ocultar una de las cuestiones que realmente ponen en peligro lo que siempre se
ha entendido como el campo de actuación de las empresas de seguridad privada.
La discusión se ha centrado en temas que versaban sobre el posible deterioro
del deber de proporcionar seguridad a los ciudadanos que tiene el estado, si
repasamos bien las nuevas disposiciones de la ley, podemos ver que en el
artículo 6.2 de la misma, se recoge una cuestión que no se recogía en la
anterior legislación y que para nosotros tiene una importancia central; y es
que ahora se contempla la posibilidad de que bajo la personalidad jurídica de
una empresa de seguridad puedan prestarse servicios con personal auxiliar y sin
habilitar. Esta disposición, aunque parece que se ha redactado con una
calculada ambigüedad y aunque aún no podemos calcular su alcance, supone el
reconocimiento, antes inexistente, de la de la presencia de las empresas de servicios auxiliares y la aceptación
de la posibilidad de que los empleados de estas, compatibilicen, o claramente
ejerzan, labores que han hecho siempre los vigilantes de seguridad. Ahora en la
ley se incorporan conceptos que antes no se reconocían, como es el del
intrusismo pero, por otro lado, se introducen cuestiones nuevas que siempre han
sido un peligro para la continuidad y para legalidad del sector, porque
suponían un desvió de actividad de seguridad, reconocida y mejor retribuida,
hacia actividades sin control policial y con condiciones laborales de
precariedad extrema.
Después de tantos años luchando para que no se desviaran
servicios de seguridad a servicios auxiliares, después de tanto tiempo
denunciando el intrusismo y después de comprobar la inacción permanente del
Ministerio de Interior a la hora de trabajar en la erradicación del verdadero
problema causante del deterioro de la seguridad, ahora comprobamos que, no
solamente se ha perdido la oportunidad de aclarar el tema, si no que se ha
aprovechado la ocasión para dar cobertura a una reclamación histórica de los
clientes de seguridad de reconvertir, sin las limitaciones anteriores,
servicios de puros de vigilancia en servicios que a ellos les dan más
operatividad y les suponen menores costes. Servicios que antes les suponían
serios riesgos de incumplimiento legal, ahora se reconocen legalmente, de tal
forma que pueden evitarse muchas de las sanciones que antes les preocupaban.
Este cambio promueve claramente la precarización de las condiciones laborales
de los trabajadores; en definitiva, de
forma indirecta, se ha reconocido en la ley esa moderna y perversa tendencia al
abaratamiento de los salarios y de la contratación que ha puesto tan de moda el
actual gobierno, Todo esto ha sucedido mientras se discutían temas que tienen
su importancia, pero que amenazan de forma menos peligrosa al futuro de los
trabajadores de seguridad privada.
Es triste comprobar lo equivocados que están muchos cuando
hablan de cuestiones que nos incumben y es lamentable también comprobar cómo se
ha prejuzgado erróneamente a un colectivo de trabajadores que, aun a pesar de
lo que muchos creen, nosotros estamos seguros que ya han salido perjudicados
cuando se han difundido tantas falsedades pero, creemos que, en el futuro, se
verán aún más perjudicados por todas esas medidas que se ocultan entre las esa
serie de cuestiones que otros han querido dar una importancia menor.
Habrá que seguir trabajando, desde ya, en algunas de las
labores que ya veníamos trabajando, aunque la ley haya complicado las cosas y
aunque tengamos que cambiar de formas de acción.
Podemos concluir que la nueva ley no nos facilita la tarea y,
como ya hemos dicho, se desaprovechado una
importante oportunidad para aclarar una buena cantidad de asuntos
pendientes que afectan, de forma muy directa, al futuro laboral de los trabajadores
de este sector.
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