viernes, 27 de junio de 2014

NUEVA LEY NUEVOS SERVICIOS

NUEVA LEY, NUEVOS SERVICIOS

Estimados compañeros de Seguridad Privada.
Hace pocas fechas, y después de no poca polémica por parte de unos y de otros (véase diferentes escritos al respecto), la ley de Seguridad Privada fue aprobada y publicada como mandan los cánones de este Real Estado, a mayor gloria de los que la han elaborado y, no tanto de aquellos que nos va a tocar cumplirla.
En lo que más nos importa a nosotros, que es lo tocante a las actividades que podemos o no realizar los vigilantes, las modificaciones o diferencias con respecto a la anterior son realmente escasas, ya que poco o nada se dice que no lo estuviésemos realizando, por lo que en la mayoría de los casos sólo está reafirmando labores que ya desarrollamos desde hace bastante tiempo.
Lo que sí deja claro desde el mismísimo preámbulo, es la labor inequívoca que vamos a tener que realizar como colaboradores, como complemento, como subalternos de los Cuerpos Y Fuerzas de Seguridad del Reino de España, dándole un bombo y una importancia a este aspecto el legislador como si fuésemos a tener que dar novedades a las comisarías más próximas al lugar donde prestemos el servicio, o en su defecto, al cuartel de la Guardia Civil de la localidad en cuestión.
Sin embargo, la realidad es la que es: vamos a seguir siendo vigilantes de seguridad, trabajadores del grupo 6, no cualificados y, sujetos a los caprichos de todo el que contrate nuestros servicios y los de quienes lo autoricen; a la sazón, la Unidad Central de Seguridad Privada, nuestros verdaderos supervisores. Ellos que a través de sus representantes sindicales nos han puesto de vuelta y media durante el debate mediático previo a la aprobación de la consabida Ley; ellos que desde que la Seguridad Privada se fue haciendo grande y mayor, han puesto constantes objeciones a nuestra labor; ellos que ni quieren ni piensan cumplir con esa premisa de colaboración con nosotros. Pues esos son los que interpretan los artículos de la flamante ley y han dado las pautas a seguir para que se realice un servicio de seguridad en las calles de Madrid; un servicio para que unos pijos pongan sus puestos de cachivaches y no les roben, o sí, pero con la presencia en lugares estratégicos de vigilantes de seguridad.
Son apenas tres segundos de filmación, pero deja muy claro en qué condiciones se ha prestado este servicio por parte de los compañeros que han tenido que cubrirlo. Sólo ha faltado que algunos niños, o los mismos padres, les tirasen cacahuetes; porque tener a 9 vigilantes metidos entre unas vallas al más puro estilo zoológico a lo largo de cuatro calles, como si fuesen parte del decorado de tan pomposa feria, me parece que es el colmo de la denigración. Porque mucho me temo que esto es sólo el principio; ya que si esto ha sido ahora, qué puede ocurrírseles en los próximos meses a los caprichosos clientes.
Pero para que este humillante servicio se cubriese, ha tenido también que autorizarlo una empresa, un departamento de operativa, un jefe de seguridad que, todos podemos ver cuánto valoran la profesionalidad de sus trabajadores y, qué es lo que a la empresa y a todos sus jefecillos de pacotilla les importa: la asquerosa pasta. Si los de Seguridad Privada hubiesen exigido para su ejecución que nos pusiesen plumas, los inspectores habrían suministrado trajes de Caponata y Piolín a los vigilantes y, seguro que alguien lo habría aceptado realizar para nuestra desgracia.
La humillación es cosa de varios: de quien la idea, de quien la autoriza, de quien la ejecuta y de quien deja que se la metan hasta el nudo.


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